La ciberestética en Medellín: escenarios, vínculos y relaciones sociales en las redes


¿Cuál es la importancia que tiene la imagen dentro de las relaciones sociales y la interacción comunicativa dentro de nuestra sociedad? 

Desde que se comenzó con la idea de realizar un activismo social en la web, se pretendió cuestionar la fuerza y la importancia que tiene la imagen dentro de las relaciones sociales y la interacción comunicativa dentro de nuestra sociedad. Han sido varios los trabajos realizados que persiguen este fin.

El concepto de Cebolla nació desde la analogía planteada sobre las diferentes facetas que juega el ser humano dentro de la sociedad. Este tubérculo está formado por numerosas capas, pero es sólo una la que define si se va a comprar o no, la exterior. De igual forma sucede con los seres humanos. La piel es el lienzo que describe, pero las facetas en su conjunto son las que definen. 

Uno de los experimentos de mayor importancia se ha desarrollado, analiza las interacciones sociales dentro de la web. Este estudio constituye un importante antecedente para los estudios sobre el papel o el rol de la estética dentro del contexto colombiano y dentro de la sociedad en red. 

Se buscó que este trabajo recogiera los elementos que se han trabajado desde el inicio del proyecto Cebolla. En realidad podría decirse que engloba la totalidad de los conocimientos recopilados y el aprendizaje de las experiencias vividas hasta este momento. 

La página escogida es Facebook, y se han encontrado interesantes elementos para analizar. A continuación, se ahondará en la explicación sobre el desarrollo del experimento, se presentarán los antecedentes en la web, se estructurará el marco teórico que se va a utilizar para analizar los resultados, se presentarán los números que arrojó en trabajo de campo, y para finalizar, se procederá a analizarlos.

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Experimento Cebolla: 20 días después

Después de 20 días de transcurrido el experimento, consideramos que tenemos interesantes resultados para mostrarles. Para nadie es un secreto que la belleza es uno de los ganchos más interesantes que se pueden tener dentro de la sociedad. Sin embargo, hemos encontrado que es fundamental la imagen dentro de las relaciones sociales en la web. 


Luego de haber creado dos perfiles en Facebook, con las mismas características, con los mismos gustos, con la misma edad, pero con diferente imagen para mostrar en esta red social, la cantidad de amigos, la intensidad en la actividad social, y los mensajes son muy superiores en el perfil estéticamente más aceptable. Por el contrario, la joven con una imagen para mostrar menos agraciada, carece de la actividad social de la otra muestra.

Los números hablan por sí solos. Maria Clara (fotografía más llamativa), en el día 20 tiene 48 amigos, mientras que Marcela (el otro perfil), tiene apenas 15 amigos. En parte esto se debe a que a Marcela le congelaron la cuenta en dos ocasiones, por agregar a gente desconocida. A Maria Clara solo le ocurrió esto en una ocasión, y sólo por un día. 

Cebolla quiso que en el transcurso del experimento, nuestras jóvenes cumplieran años. A Maria Clara la felicitaron en 3 ocasiones, aunque se trataba de gente que no la conocía, que nunca la había visto y nunca había hablado con anterioridad con ella. Por otro lado, Marcela no recibió felicitaciones. En realidad la actividad social de ella se limitó a sus 15 amigos, un “me gusta” a su foto de perfil y dos personas que la agregaron. 

Puede decirse que Maria Clara gozó de cierta popularidad en la web. Adicionalmente a la cantidad de personas que tiene como amigos, fue agregada en más de 10 ocasiones, continuamente le hablaron por chat, le escribieron 3 veces en el “Inbox” preguntándole si la conocían, y en un caso extremo, un joven le dio su teléfono celular y le dijo que quería hablar más con ella. 


Si bien esperábamos encontrar una mayor actividad social con Maria Clara, tenemos que decir que no contábamos con que las diferencias fueran tan evidentes, y que la indiferencia ante Marcela fuera tan grande. 

Aún más que la falta de actividad social de Marcela, sorprende los niveles comunicativos y el interés que generó el perfil de Maria Clara. El género masculino le habló con galantería, la felicitaron por su cumpleaños y le ofrecieron encuentros. Las mujeres también la agregaron, pero no hubo interacción social entre ellas. 

En general, este es un balance de lo que encontramos durante estos 20 días. Habrá que realizar un análisis más profundo de estos datos bajo el marco teórico que establecimos anteriormente. Por ahora, los números, los rostros y las caras dominan en la web.

Experimento Cebolla





Con el fin de averiguar cuál es el papel de la imagen física en las interacciones sociales que tienen lugar en el ciberespacio, y en concreto, en las redes sociales, el equipo de Cebolla Web se dispone a hacer el siguiente experimento:

Valiéndonos de la red social Facebook, crearemos dos perfiles ficticios de mujer casi idénticos, con descripciones de la personalidad y gustos similares. Lo úmico que cambiará serán las fotos de perfil: una de una mujer atractiva (Maria Clara Jaramillo) y otra no tanto (Marcela Giraldo)

Se enviarán solicitudes de amistad  a sujetos de prueba entre los 18 y 25 años aproximadamente, la mayoría hombres de la universidad EAFIT. Se hará diariamente y con un número igual de personas para cada perfil.

Esto porque hemos encontrado que tanto en el mundo físico como el digital, las presiones e ideales estéticos son más fuertes con la mujer.

Tenemos la intención de reunir datos medibles de la cantidad de amistades que se confirme para cada uno de los perfiles ficticios, así como la interacción que se pueda presentar (mensajes, chat, etc)

Al inicio, se enviaron diez invitaciones de amistad desde cada uno de los perfiles, ocho para hombres y dos para mujeres. A sólo 24 horas de experimento hay resultados que vale la pena comentar. Marcela Giraldo tenía dos amigos, mientras que María Clara tenía seis. (Resalta que uno de ellos fue quien solicitó la amistad, después de ver que alguno de sus amigos la había aceptado).

Además, uno de le los que no habían confirmado la solicitud había escrito un mensaje:

Nos conocemos???
Qué haces???
Aquí, la imagen es el factor determinante. Así sean perfiles ficticios y los sujetos jamás hubieran visto a las mujeres de las fotos, es muy diciente que Maria Clara capte más el interés por parte de los sujetos, hasta el punto que se animen a preguntar y saber más de ella, cosa que no pasa con Marcela.

Vemos que en todos los contextos la imagen se queda corta para conocer a una persona, pero que normalmente las personas les interesa más conocer a las personas atractivas.

Estos resultados son muy preliminares. Ambas chicas están prontas a cumplir años y esperamos registrar algún fenómeno con dicho motivo...

Cebolla Web

La belleza física en el mundo digital

La preocupación por la imagen no acaba en el ciberespacio. Aún cuando la interacción se libra de las impresiones "a primera vista" del contacto cara a cara, la imagen continúa jugando un importante papel.

En las redes sociales podemos encontrar ejemplos sorprendentes de exposición de la belleza física (sobretodo femenina, como también sucede en el contexto físico) e incluso de competencia, atendiendo a criterios estéticos (también en el contexto físico, como los reinados de belleza).

En el blog Sabidunet! pueden verse fotografías de adolescentes paisas, extraídas de redes sociales. En ellas puede evidenciarse una preocupación por la imagen, donde se atiende a ideales sociales sobre lo que es bello y deseable. 

No puede decirse que esto sea un efecto del nuevo contexto cibermedial. En el contexto del Medellín fìsico se tienen estándares estéticos muy altos, donde la belleza y la exposición de la misma son comunes desde la adolescencia.




Al parecer, las prácticas y valores sociales se transladan del contexto físico al cibermedial, así que si tenemos una ciudad con unos estándares estéticos muy altos, en las redes sociales se verá reflejado en álbumes enteros de fotografías sugestivas, páginas y grupos de "las más lindas", etc.

El grupo Las Mas Lindas ('las Mas Envidiadas') se encuentra un ejemplo de exposición estética. Cabe preguntarse entonces si lo que se desea no es sólo despertar la admiración sino la envidia.

En el grupo VerSus Belleza , se encuentran competencias de belleza, en las cuales hay dos candidat@s, y los miembros del grupo eligen y comentan sobre el que más les gustó. 

El numero de versus femeninos es mucho mayor, lo que confirma una vez más que la belleza femenina y su alardeo son una característica de nuestra sociedad.



Los anteriores son sólo unos ejemplos. Estos fenómenos podrían cambiar en otros contextos físicos (otra ciudad o país) o digitales (juegos de rol que permiten crear avatares idealizados)

En las redes sociales, la belleza física sigue siendo importante. Tal vez los prejuicios no sean inmediatos, pero en nuestro contexto, los altos ideales estéticos que se perciben en las prácticas y sistemas de valores sociales, parece que se transladan del mundo físico al cibermedial.

"De la cultura artificial y su relación con el éxito social en Medellín": trabajo de investigación

El semestre pasado, en la materia de Interacción comunicativa en la organización, casi la totalidad del equipo Cebolla participó en una investigación enfocada en "análizar el mundo de las cirugías plásticas en la ciudad de Medellín, Colombia", con el objetivo de responder al siguiente objetivo de investigación: "para esta investigación nos planteamos analizar cómo se manifiesta el discurso social-mediático, que asocia ciertos valores a la cirugía plástica permitiendo que se construya una relación de poder y consumo entre un cliente que compra belleza y una clínica y/o cirujano plástico que se la suministra, además de los efectos que esta relación supone para el paciente."

Consideramos que tanto los referentes teóricos, como la investigación en sí pueden darnos pistas importantes sobre cómo poder trabajar una cultura de la imagen que está arraigada dentro de la sociedad medellinense. DE la anterior afirmación, consideramos que no tenemos duda, y creemos que sin correr el riesgo de ser categóricos, con la apsada investigación encontramos elementos que pueden soportar tal preocupación que persigue Cebolla.

Ponemos a disposición de cualquier lector interesado en el tema, la siguiente investigación. Consideramos que puede llegar a ser un recurso importante sobre u tópico poco trabajado en la ciudad y sobre una problemática de tipo cultural.

Para ver todo el trabajo completo, por favor dar click al título de la entrada o dar click aquí.

Las formaciones sociales se modifican a través del tiempo de acuerdo a las necesidades y a los elementos que las dominan. Con los fenómenos ciberculturales nos enfrentamos a una nueva mutación en los escenarios, vínculos y dinámicas sociales. 

La sociedad “actual” es difícil de definir, pues estamos inmersos en ella. Numerosos autores han reflexionado sobre los tiempos en que vivimos, dándoles diferentes nombres: era “posmoderna” o “postindustrial”, la “sociedad del control”, la “sociedad de consumo” etc. 
El filósofo francés Guy Debord, con inspiraciones marxistas, habla de la “sociedad del espectáculo”. Luego de la sociedad disciplinaria, donde toda la sociedad se enfocó en la producción y donde el castigo generalizado buscaba optimizar y potencializar las capacidades productivas de los individuos, entramos en una transición, que responde a las nuevas necesidades de la sociedad, dominada por el mundo económico: el consumo.

Guy Debord 
En esta sociedad todo es mercancía, todo es susceptible de ser consumido, incluso, la imagen. 

Desde esta perspectiva, vemos cómo los fenómenos sociales en el ciberespacio, tales como las redes sociales y los juegos de rol que permiten el diseño de avatares (como SecondLife), evidencian una alta preocupación por la imagen que se tiene en la red, una imagen del yo idealizada, apetecible y consumible.

Debord sostiene en su libro La sociedad del espectáculo que la transición hacia la sociedad del espectáculo, ha producido un sinnúmero efectos en la población. Un mundo mediado por una gran cantidad de espectáculos, se presenta ante los nuevos espectadores, que se disponen atentos a ver como todo se vuelve atractivo, todo se vuelve seducción y deseo. 

La identidad debe ser deseable y seductora. La belleza es un ideal que no se diluye en la red. En la interacción cara a cara no podemos evitar tener primeras impresiones erróneas basadas en la percepción visual. En el ciberespacio, sin embargo, esto se desdibuja. No podemos ver cara a cara a nuestro interlocutor y esto puede significar que lo prejuicios de la imagen desaparecen.

No obstante, los perfiles en redes sociales y los “avatares” son ricos en imagen, demostrando que esta no pierde su valor, más bien se cambia. De la imagen natural que todos tenemos “por defecto” pasamos a una que podemos crear casi a nuestro gusto, y sobre la que también pueden construirse juicios.

En la actualidad, la imagen juega un papel fundamental, ya que es con base en ella que todo sucede.El filósofo francés Gilles Lipovetsky establece como tesis central de su trabajo en La era del vacío, que: “A medida que se desarrollan las sociedades democráticas avanzadas, encuentran su inteligibilidad a la luz de una nueva lógica, la personalización que remodela en profundidad el conjunto de los sectores de la vida social”. 

Esta nueva individualidad genera una exacerbada búsqueda de la personalidad y de las peticiones singulares, por el consumo y la individualidad, por el vacío. 

Lipovetsky establece unos rasgos específicos de esta nueva era: una búsqueda por la calidad de vida, por las pasiones y la personalización de todo, una sensibilidad ecologista y un culto por la participación y la expresión, todos ideales de la cultura que tiene lugar en el ciberespacio.

En la “sociedad del espectáculo”ya no hay ideas, sino representaciones, ya no hay fondo sino superficie, ya lo que vende es la imagen y no lo que subyace a ella. 
Gilles Lipovetsky

Cabe preguntar en qué medida la interacción social mediada en el ciberespacio permite o no ir más allá de la superficie. Si al estar mediada, la interacción se libera de los prejuicios de la vista, o sólo se trasladan de lo inmediato (en la interacción cara a cara) a algo más extenso (por ejemplo los álbumes de fotos en facebook y los flogs) o totalmente idealizado (avatares).

La sociedad actual, en la cual aparecen movimientos notables como la cibercultura, presentan numerosos retos analíticos en cuanto a los cambios que sufre toda la estructura social. Debord y Lipovestsky nos aportan una mirada bastante crítica, pero sin dudas útil para acercarnos a la comprensión de los nuevos papeles de lo visual en la interacción humana soportada en la red.

Cebollaweb

El estigma y la sociedad


Uno de los teoricos que más ha trabajado las relaciones sociales, y la forma cómo nosotros interactuamos, ha sido Erving Goffman. Este sociólogo, se enfocó en el estudio de las relaciones interpersonales, especialmente en la únidad mínima de sociabildiad humana, en los contactos cara a cara, conversaciones, miradas, estigmas, entre otros. Precisamente, en su libro Estigma describe qué implicaciones social reales tiene este fenómeno y qué hace que la persona que lo porte sea concebida como menos apetecible, e incluso peligrosa o débil. Esto puede llevar al extremo de la discriminación ya que se percibe que, de alguna manera, aquel que tiene un estigma no es totalmente humano. Se llega así a la noción de normal y anormal, fundamental para el designio de estigmas y para la interacción humana.

Aunque toda esta teoría fue desarrollada con base en la comunicación en un espacio físico y en otro contexto espacio-temporal (este libro fue publicado en 1963), puede ser de gran utilidad para analizar fenómenos que ocurren en la red, en palabras de Levy, dentro de la cibercultura y el ciberespacio. Al igual que en el espacio físico, en la red también se crean identidades que cobran forma, personalidad, apariencia y que aunque son intangibles, pueden llegar a imitar una especie de corporalidad, como ocurre en Secound Life. Los estigmas ahora se aplicarían a los perfiles web, inclusive teniendo de entrada más elementos para juzgar que en la vida real, como pasa con los perfiles de Facebook, donde la exploración por el otro sigue basandose en la revisión minuciosa de las fotografías subidas, pero adicionando como datos secundarios ciertos gustos personales muy superficiales, pero que constituyen un valor agregado en comparación con los elementos con que se cuenta desde el mundo físico.

Explorar un perfil de Facebook puede en cierta medida acercarse a un análisis interpersonal de la vida de un sujeto. Ahí está "colgado" lo que más se quiere mostrar de si mismo, destacando así gustos, apariencias, comentarios y en menor medida, la formas de pensar. Aunque se podría argumentar que esta información podría estar cesgada por un intento de proponer una imagen idealizada de si mismo, inclusive esta imagen constituye un elemento importate como estereotipo de este sujeto, como ideal de si mismo a proponer, para estudiar las preferencias de cada cual. También se debe tener en cuenta, que con el paso del tiempo, se ha logrado una mayor correlación entre el perfil virtual y el físico, debido a un proceso que vuelve cada vez más complejos y completos los perfiles.

Volviendo a Goffman, se afirma que el medio social establece las categorías de personas que en él se pueden encontrar, y que en general son las primeras apariencias de alguien las que permiten preever en qué categoría se halla y cuáles son sus atributos o “identidad social”.

Dichos atributos serán objeto de estigmatización si son incongruentes con un estereotipo acerca de cómo debe ser determinada especie de individuos, resultando desacreditador aunque no sea ignominioso en sí mismo. En fin, Goffman define estigma como una relación especial entre un atributo y un estereotipo.

Hay tres clases de estigmas según este autor: las abominaciones físicas, los defectos de carácter y los estigmas tribales. En esta netnografía y en el trabajo de campo que también se ha hecho, se hará especial énfasis en los estigmas tribales y físicos, porque es en ellos donde se desarrolla en primera instacia un juicio sobre otro sujeto sin haber explorado su interior (cabe recordar lo superficial y poco importante que es la información complementaria de un pefil de facebook en el proceso de conocer al otro via web). Y he aquí precisamente en donde radica el problema que estamos planteando.

Los juicios de valor sobre otra persona basandose en estigmas (según Goffman, condición inherente al ser humano), impiden de cierta forma darle oportunidades al otro de hablar por sí mismo, más allá de apariencias físicas. La construcción social de estigmas, si bien es inevitable desde un punto de vista social, puede regularse. Consideramos que de cierta forma basarse unicamente en un estigma para emitir fallos sobre otros, constrituye una forma de generalización impositiva.

Para este trabajo en específico, estudiar si se construyen y de qué forma son evidentes los estigmas, tanto física como cibernéticamente, implica un gran esfuerzo, pero un importante estudio de cómo las tradicionales relaciones físicas se pueden traslapar a un mundo virtual. Desde la sociología de Goffman, podemos entender las formas de rechazo que se generan debido a jucios paresurados basados en la apariencia física o en el origen de un sujeto. Traducido a la web, consideramos que mutaciones de interacciones físicas al cibermedio implican que esta teoría es aplicable totalmente para su respectivo análisis. He aquí un marco teórico imporatnte para este trabajo.

Esta entrada que publico, la hago con dos intenciones: la primera, para protestar y poner en evidencia una situación que consideramos bastante diciente, por no decir preocupante;  y la segunda, que tiene que ver con el tema que hemos venido desarrollando en nuestro blog Cebollaweb.

El jueves 5 de mayo, hace dos semanas, me encontraba realizando mis habituales labores como monitor en acústica, la emisora digital de la universidad EAFIT; labor que ya he desempeñado durante casi dos años. Ese día en la tarde, mientras estaba en la emisora  apurado editando algunos contenidos que debían estar listos cuanto antes, llegaron algunos estudiantes del pregado en Comunicación Social con cámaras fotográficas y de video en las manos. Estaban haciendo un video para "promocionar el pregrado", explicaron. Uno de ellos, el que estaba coordinando el proyecto, aclaró que debían tomar fotos y videos donde se mostrara la emisora para promover y vender el pregrado, para mostrar una buena imágen de él. 

La misma persona se dirigió a mi y pidió que si por favor podría quitarme un momento del computador donde estaba editando, el computador donde también hago el control técnico para los programas de la emisora, para que ellos pudieran tomar la foto. Me extrañó un poco la petición, pero no dije nada y seguí en mi oficio. Momentos después me volvió a pedir que si por favor me retiraba unos instantes y le pidió a otra persona que estaba en la emisora, pero que no tenía nada que ver con el video promocional, que se hiciera en el computador e hiciera como si estuviera dirigiendo un programa mientras las demás personas del proyecto fingían estar "haciendo radio". De nuevo no dije nada, pero esta vez me retiré.

Después de que terminara la sesión de sonrisas, magia, diversión, poses y simulaciones, mal hechas por cierto           - aunque debo reconocer que los estudiantes modelos, hombres y mujeres, aunque malos actores, eso sí, eran lindos... No, cuál lindos, superlindos, supermodernos, super wow, "super-in"-, y después de que la foto fuera tomada, me di cuenta de lo que en realidad sucedía. Me acerqué entonces a la persona que coordinaba el proyecto y le pregunté directamente:

         -  ¿Osea que yo no podía salir en la foto porque tengo barba y el pelo largo?

Él se incomodó bastante con mi pregunta y trató de evadirla

        - No, sino que estábamos tomando unas fotos...

       - Osea, sólo puede salir gente "linda", "la gente linda de la universidad, del pregrado" y por eso le dijiste a este man que hiciera como si estuviera dirigiendo el  programa...  Interrumpí.

No me explico, le dije, por qué estas personas que nunca veo en la universidad ni en los salones mucho menos y que ni sabía siquiera que algunos de ellos estudiaran Comunicación, y eso que permanezco en EAFIT de 8:00 AM a 9:00 PM todos los días, no me explico por qué son las personas que salen "trabajando" en la emisora, cuando jamás han colaborado con ella, es más, jamás van, ¡No la conocen! Y yo en cambio que llevo dos años trabajando como monitor y, modestia aparte, soy una de las personas que más tiempo, dedicación, creatividad y ganas le ha aportado a la emisora y que en realidad estaba trabajando, editando, creando contenidos para ella en el momento de la foto, me tengo que apartar y ocultar.

       - ¿Eso es lo que hace un comunicador? Usted como comunicador, ¿no debería mostrar la verdad, tener una mente más abierta y no mostrar una farsa? Recuerde que en EAFIT no sólo estudian modelos y presentadoras. ¿Dónde queda la diversidad?

Me respondió entonces, nervioso y apenado, que es que hacer el video promocional era una "orden de arriba" y que el manual de estilo era muy estricto. Que él mismo tenía que afeitarse para poder salir en el video.

Mi indignación y asombro en este punto ya era bastante. No me importa no salir en el video, pero me ofende la exclusión. Detesto la exclusión en todas sus formas.

Dudo mucho que el pregrado en Comunicación Social esté pensado de esa manera. Dudo seriamente (estoy seguro que no), que el director del pregrado, Jorge Iván Bonilla, esté de acuerdo con cosas como esta y mucho menos las promueva o apruebe. Se está mostrando al mundo una imagen falsa de EAFIT y de la carrera. ¿Dónde está la apertura al mundo? En EAFIT estudiamos personas de todos los estratos, procedencias, estilos, creencias, y ¿dónde quedamos los que no cumplimos los parámetros del manual de estilo? ¿No somos eafitenses?

Considero que este tipo de prejuicios, de selección y preferencia de las personas por su imagen, por su aspecto físico, en este caso para vender la imagen de EAFIT, lo único que logran es contribuir a que el estigma que se tiene sobre las personas que estudian en esta universidad y más aún, las que estudian comunicación, crezca y se reafirme.

Esta experiencia parece respaldar nuestra observación, que ha motivado la creación de este blog, en cuanto a que en nuestro contexto, la imagen se pone primero a la hora de relacionarnos; importa lo de afuera, las capas, y no el verdadero contenido.

Daniel Valencia Yepes
Equipo Cebolla





Qué cambia y qué permanece

El ser humano es predominantemente visual. Dependemos de nuestros ojos para la mayoría de actividades cotidianas y, de hecho, es difícil imaginarnos la vida sin contar con la percepción visual (La vista sería tal vez el sentido que más nos dolería perder) 

Esto puede variar según la cultura y el tiempos: al parecer la cultura norteamericana es particularmente visual. 

Hoy día con el apogeo de los medios visuales, la fotografía, el video, las infografías, y otros recursos digitales, podría pensarse que la capacidad visual se hace aún más importante en las sociedades, que como la estadounidense, están altamente tecnificadas (y digitalizadas)


Sin embargo parece bastante razonable que la vista constituye la principal fuente de información perceptual que recibimos, y que nos ayuda bastante en nuestra vida cotidiana. 

Así, vemos cómo en las relaciones interpersonales, la vista  juega un papel muy importante. La primera impresión que tenemos de una persona es inevitablemente visual, al menos en la mayoría de los casos. 

Antes de conocer los pensamientos, ideas y motivaciones de otra persona, nos encontramos con una barrera que no pueden transgredir los ojos, una barrera de tela, una barrera de piel.

Contra esto no hay nada que hacer, esta es la naturaleza del ser humano. El problema es cuando juzgamos a las personas únicamente a partir de lo que podemos ver (detrás de las barreras)

En el mundo digital los escenarios, los vínculos y las dinámicas de la interacción cambian, pero lo que entra por los ojos sigue jugando un papel muy importante. 


Con este blog intentamos averiguar cuál es el papel de lo visual en la interacción humana que tiene lugar en el ciberespacio. El ciberespacio permite crear identidades alternas e idealizadas (avatares), las salas de chat permiten interactuar sin los prejuicios de la vista, en redes sociales hay "versus" de belleza física... 

En fin, nos proponemos analizar estas nuevas dinámicas visuales en la interacción, valiéndonos de la reflexión teórica de algunos autores y con la investigación netnográfica. 

La vista es importante, tanto en el espacio como en el ciberespacio. Veamos qué cambia y qué permanece...





Cebollaweb


No todo está perdido. La solución también está dada

La sociedad parece estar predeterminada a fundar parámetros y medir el entorno a ellos. Miden la felicidad, la búsqueda personal, el reconocimiento, la aceptación, entre otros. Zygmunt Bauman y Gilles Lipovetsky guían la visión de esta nueva sociedad a partir del consumo. No todo está perdido. La solución también está dada, solo falta tener conciencia de la actualidad y elegir actuar.
“En este sentido hay que escuchar a Rousseau: dado que el hombre es un ser incompleto, incapaz de bastarse solo, necesita a otros para realizarse. Pero si la felicidad depende de otros, entonces el hombre está inevitablemente condenado a una <<felicidad frágil>>” (Lipovetsky, Gilles. La espiral de la decepción. La sociedad de la decepción. Anagrama, 2006. Pg. 39).
Al necesitar de un otro para realizarse, ya se está demandando aceptación. Por ello, la necesidad de “venta de mí mismo” aumenta proporcionalmente con la necesidad de estar completo: “El impulso del consumo se alimenta de la búsqueda individual de un óptimo valor de venta de sí mismo, el ascenso a una categoría diferente, escalar posiciones en algún ranking o avanzar casilleros en esta o aquella tabla (que por suerte abundan)”. (Bauman, Zygmunt. Una sociedad de consumidores. Vida de consumo. Editorial Fondo de Cultura Económica, 2007. Pg. 90)
La sociedad de consumo produce insatisfacción y necesidad de consumir más. Es esta insatisfacción la que proporciona el sentimiento de superficialidad. A medida de que todo se vuelve cambiante y desechable, todo deja de tener el significado que tenía inicialmente. Lo que era valioso dejará de serlo esporádicamente. Nada es duradero, todo es temporal.
Afín con lo anterior, la Real Academia Española, identifica la palabra superficial como: aparente, sin solidez ni sustancia. Frívolo, sin fundamento. En la sociedad de consumo no hay solidez, porque todo es pasajero.
“La sociedad de consumo nos condena a vivir en un estado de insuficiencia perpetua, a desear siempre más de lo que podemos comprar. Se nos aparta implacablemente del estado de plenitud, se nos tiene siempre insatisfechos, amargados por todo lo que no podemos permitirnos” (Lipovetsky, Gilles. La espiral de la decepción. La sociedad de la decepción. Anagrama, 2006. Pg. 44)
Tal parece que el panorama no gira a favor de valores tradicionales como la bondad o los actos desinteresados. Pareciera que la condición de la sociedad actual apunta a que los individuos giren en torno a la frivolidad, a vivir sin sustancia y fundamento.   
Lipovetsky explica este fenómeno cunado dice “la sociedad de la decepción es una sociedad en que a los individuos les cuesta reconocer su decepción y su insatisfacción. Confesarlas es cada vez más difícil en una cultura en que infelicidad significa fracaso personal y en la que se prefiere dar envidia que recibir compasión” (Lipovetsky, Gilles. La espiral de la decepción. La sociedad de la decepción. Anagrama, 2006. Pg. 106)
Sin el otro no hay felicidad. Esta felicidad que es proporcionada es frágil. El deseo de felicidad aumenta la necesidad de consumo. El consumo genera insuficiencia. Es más fácil despertar envidia que reconocer la insuficiencia e insatisfacción.
Aun así la luz se deja ver en medio de tantas tinieblas. El destino de la sociedad de consumo no es la perdición o el sentimiento de insatisfacción. “Mientras más decepcionante es la sociedad, más medios implementa para reoxigenar la vida” (Lipovetsky, Gilles. La espiral de la decepción. La sociedad de la decepción. Anagrama, 2006. Pg. 121).
“La época hipermoderna contiene muchos defectos, pero al menos permite imaginar y emprender cambios más frecuentes en la vida personal: da acceso a las posibilidades al ofrecer multitud de fórmulas para la felicidad” (Lipovetsky, Gilles. La espiral de la decepción. La sociedad de la decepción. Anagrama, 2006. Pg. 122)
Se tiene varias opciones. La primera es adaptarme a una fórmula de felicidad. La segunda es crearla. La tercera es mutarla. No todo está perdido. Vivimos en la sociedad de consumo, pero no necesariamente hay que adaptar las fórmulas de felicidad que ésta nos exige. 

Cebolla web

nativos digitales, la generación del cambio

Alejandro Piscitelli, Ernesto Van Peborgh y Ana Clara Lavelle, dirigen esta conferencia donde centran la atención en el concepto nativo digital, a partir del libro Nativos Digitales Alejandro Piscitelli.

“No somos nada si no tenemos amigos, si no tenemos Follower, si no tenemos algún que otro contacto dando vueltas. Y, evidentemente, hacemos un millón y medio de cosas a la vez y participamos en múltiples actividades, meetings y todo al mismo tiempo… Así es que, bueno, ser nativa obviamente sería hacer todo lo que siempre hice y quise hacer pero de forma más rápida. Vuelo, llego, busco, viajo, conversamos, compartimos y comunicamos, etc., etc., navegamos, miramos, nos conectamos, pensamos” Ana Clara Lavalle, nativa digital.

Un día un profesor nos dijo: si usted es el que sigue con el Facebook abierto mientras estudia, y además escucha música y ve televisión, si cuando vio la presentación en Power Point preguntó si estaba en el correo de la universidad, y sigue jugando con el smarthphone… entonces es un nativo digital, de lo contrario, PREOCUPESE.

Si usted está leyendo esto, y se identificó con algunas características antes mencionadas, eso quiere decir que hace parte de la generación de la inmediatez, de la simultaneidad en múltiples acciones, de la tecnología, de los que siempre están conectados, los que siempre se enteran de lo nuevo, disfrutan momentáneamente de la novedad porque después ya no es novedoso sino comercial. Usted es un nativo digital.

Hace poco estuve en una conferencia donde el conferencista hablaba acerca de que esta nueva generación de jóvenes estaba predestinada a cambiarlo todo, a no asumir consecuencias. Cosa que en las generaciones anteriores no se veía, nadie quería asumir ni el riesgo ni las consecuencias.

Ernesto Van Peborgh, apoya la idea anterior cuando dice que esta nueva generación es la que “vienen a producir el cambio relevante”. Cito el ejemplo de la marcha del 4 de febrero de 2008, en contra de las FARC, promovida por medio de Facebook. Ejemplos sencillos, pero que marcaron la historia colombiana, y no fue una gran figura pública quien lo promovió, sino un nativo digital utilizando su medio de comunicación inmediata y uniendo lo anterior con la necesidad latente que vivía el país de protestar contra aquellos que torturaban la paz de toda Colombia.

Nativos digitales es sólo el concepto, solo hace referencia al nombre de la generación Y, pero en esencia es la generación del cambio.

Cristina Puerta 

tercera ola: yo lo produzco y lo consumo

La tercera ola
Alvin Toffler
Para contextualizar Toffler explica la primera ola como la ola de los prosumidores, es decir que producían para el uso. La segunda ola hace parte de la sociedad industrial, en esta se produce para el intercambio. La tercera ola retoma el concepto de prosumidor de la primera, en la medida en que se ha promovido más el concepto de autoayuda, “hágalo usted mismo”, nuevas formas de fabricación en las que los consumidores son quienes eligen y diseñan el próximo producto que la fábrica realizará. 
El autor especifica que el mercado no acabará, que le intercambio no dejará se ser, sin embargo, la participación activa (en la creación de nuevos productos, de nuevas ayudas, etc.) mutan el mercado de tal manera que el consumidor se convierte en prosumidor
El concepto clave que nos interesa en medio de la cibercultura es prosumidor. Este concepto expresa de las persona prosumidora que es quien crea y consume su propia creación.
Si observamos las nuevas tecnologías, en especial el ámbito digital y la web, veríamos consumidores a quienes se les permitió crear su propio espacio personalizado y consumirlo. El caso específico de las redes sociales permite que quien quiera ser visto y “consumido”, lo sea.
La segunda ola volvió al mundo en un mundo de mercado, eliminando toda capacidad de innovación y reordenamientos tecnológicos. La tercera ola admite estos cambios, e incluso los motiva.
Citando a Ernesto Van Peborgh (expositor en la presentación del libro Nativos Digitales de Alejandro Piscitelli), cuando habla acerca de los nativos digitales: Las generaciones que vienen a producir el cambio relevante son las generaciones de Ana Clara (nativa digital) que todavía no están en las grandes posiciones del poder. Se encuentra el mismo trazo de la tercera ola, pues esta nueva ola está predestinada a crear nuevas cosas, a innovar, a generar impacto por medio del material disponible, de generar nuevas formas de pensamiento y acercamiento a este mismo.

La tercera ola fue escrito en 1980, sin embargo el impacto se ve justo ahora, cuando el mundo gira alrededor de la innovación, la creación, la nuevas tecnologías, lo digital… cuando la relación unos con otros se ven mediadas por la tecnología y las redes sociales. La tercera ola se ve allí cuando una cuenta de Facebook se abre, el creador la modifica, la restringe, la “decora” a su antojo. Es allí donde se ve la relación entre el productor y el consumidor: yo lo produzco y lo consumo. 


Cristina Puerta

Reflexión apropósito del texto: La tercera ola, de Alvin Toeffler

Alvin Toffler nos presenta en este texto un análisis y recorrido histórico a través de la economía.
El autor divide el proceso de desarrollo de la economía en tres momento claves a los que denomina olas. La primera ola consiste en una economía compuesta por una figura llamada prosumidor. Prosumidor es un término que resulta de la unión de los vocablos productor  y consumidor. Éste era precisamente el papel desempeñado por las personas. Durante esa primera ola, etapa que se dio antes de la Revolución Industrial, el prosumidor se encargaba de producir lo que consumiría, su propia comida, su propia vivienda, los medios que necesitara.
Luego habla de una segunda ola en donde desaparece la figura del prosumidor y para dar paso al surgimiento del intercambio de bienes y servicios. Aparece entonces el mercado, en cual se ofrecen bienes y servicios a los cuales las personas pueden acceder según sus necesidades y capacidades.
El autor propone también un tercer momento, la tercera ola. En esta etapa sugiere que se ha dado un regreso del prosumidor. Sostiene que esta figura ha retornado impulsada por la idea actual del Hágalo usted mismo. Los procesos que antes requerían de una mano experta, hoy lo hace cada individuo con ayuda de manuales e instrucciones, cuyo uso se ha visto cada vez más extendido a diversas áreas y actividades que antes eran especializadas. Desde armar un mueble, hasta configurar un dispositivo tecnológico y crear páginas web, emisoras digitales y canales de video.
El uso del término produmidor para referirse a los usuarios actuales de las nuevas Tecnologías de la Comunicación y la Información o para designar a los usuarios del ciberespacio, es bastante común hoy y cada vez ha ido ganando más fuerza y acogida. La utilización de esta expresión está sustentada en que los usuarios de la red no sólo consumen los contenidos que encuentran en el ciberespacio, sino que participan activamente en la creación de los mismos. Utilizan la red para encontrar lo que necesitan o lo que quieren, pero al mismo tiempo aportan y suben a ella sus propios  contribuciones; adquieren y usan el conocimientos o los datos, o las imágenes o audios, o lo que sea que busquen, pero comparten, a su vez, los que poseen.
En muchas ocasiones se parte el supuesto de que con las nuevas TIC se ha alcanzado un nuevo nivel nunca antes visto de participación, de democratización, de interacción de los individuos con los medios, en el cual las personas, encarnando la figura del prosumidor,  son usuarios mucho más activos y propositivos. Se habla incluso de que con estas nuevas tecnologías se ha superado ya la desproporción que había en las relaciones entre los individuos y los antiguos medios masivos de comunicación. Sin embargo, aunque algunas de estas cosas puedan tener algo de cierto, eso sí, en su justa medida, es pertinente hacerse la pregunta, cuestionar si realmente esta interacción que se ha hecho posible, hace que los usuarios sean más activos y críticos. O si más interacción significa mejor participación. O qué tan cierto es eso de que ha habido una democratización, cuando las personas que tienen acceso a las nuevas TIC, y me refiero a un verdadero acceso, tener lo último en tecnología o en gadgets y aplicaciones, etc., es considerablemente mucho más pequeña frente a la gran mayoría que no tiene acceso a ellas. Es más, son muchas las personas que ni siquiera tienen acceso internet, o  las que  apenas tienen un celular sin un plan de minutos. ¿No hay igual o más interacción, crítica y propuestas cuando se lee un libro o una noticia?
Hablar de prosumidor puede tener sentido, pero considero que hay que matizar lo que se está expresando con esta palabra y el significado que se le da a este término, por un lado; y por otro, también sería apropiado matizar la idea de que gracias a las nuevas TIC hemos logrado una comunicación y una integración y desarrollo nunca antes alcanzado.

Daniel Valencia Yepes

El autor Marshall McLuhan hace una reflexión a propósito del mito de Narciso, que puede dar algunas pistas sobre las dinámicas a las que nos enfrentamos hoy en día con el surgimiento de las nuevas Tecnologías de Comunicación e Información.
El autor introduce el texto señalando que alrededor de estemito ha habido una interpretación errónea. Según él, Narciso no estaba enamorado de sí mismo, sino de su reflejo, de la extensión de sí mismo, de la cual tenía conciencia que no era él. 
Pareciera que estas amputaciones, como llama el autor al “reflejo”, a las extensiones de nosotros mismos, surgen como respuesta a “irritaciones” o necesidades, desafíos, cargas que representan para nosotros dificultades o necesidad de cambio. Tal es el caso de la rueda como extensión del pie, dice el autor, que “ante las presiones de cargas nuevas a consecuencia de la aceleración de los intercambios con los medios del dinero y de la escritura fue un pretexto para la “amputación” de esta función del cuerpo”. Y afirma que a la vez que se alivia una “irritación” de una carga cada vez más pesada, se genera una nueva intensidad e acción por la amplificación de una función separada o aislada. Sin embargo, dice McLuhan, con esta amputación llega un “entumecimiento” una pérdida de conciencia, de sentido de una función.
Dice el autor, que cualquier tecnología o invento nuevo es una extensión o autoamputación del cuerpo físico. De la intensificación de un sentido, como resultado de esto, y la pérdida de otro, hay que encontrar un equilibrio entre los demás sentidos y extensiones del cuerpo. Los medios, las extensiones, son un acelerador de la vida sensorial según el autor, que continúa citando a Blake de quien dice que ve al hombre fragmentado por sus tecnologías; fragmentado en sus sentidos, en sus capacidades.
A la fragmentación del sentido, le sigue un “cerramiento” del mismo. McLuhan explica lo anterior mediante un ejemplo en el que dice que si escuchamos la radio o leemos launa páginas impresas, se aceptan esas extensiones y el consiguiente desplazamiento de la percepción que ellas nos suponen. McLuhan propone que es la utilización que hacemos de la tecnología cada día la que nos sitúa “en el  papel de Narciso de conciencia subliminal y de entumecimiento hacia la imagen de nosotros mismos”. Y para explicarlo pone el ejemplo de un nativo americano, que es el servomecanismo, de su canoa, o un ejecutivo que es el servomecanismo de su reloj. En este sentido, dice McLuhan, hay que poner a estas tecnologías, a estas extensiones en un estatus de religiones o dioses menores.
Según el autor, socialmente, la acumulación de presiones es lo que lleva a la innovación e invención, para aliviar las irritaciones. Para finalizar, McLuhan afirma que  la edad de los medios eléctricos que se han convertido en una autoamputación del sistema nervioso, es la edad del inconsciente y de la apatía. Pero paradójicamente es también a era de la consciencia del inconsciente. El hombre ha tomado consciencia por primera vez de la tecnología como extensión de su cuerpo físico.  Para finalizar, el autor reflexiona acerca de que con este despertar, la vida privada, subliminal y social se han puesto a la vista de todos trayendo como resultado que la “consciencia social” se presenta como causa de los sentimientos de culpabilidad.  Y afirma que ahora, “llevamos a toda la humanidad como nuestra piel”, como una extensión.

Daniel Valencia Yepes

El mundo virtual y el ciberespacio, como nuevo lugar para el arte:
El arte, producto originalmente del mundo físico, ha cambiado y se ha ajustado, o más bien, lo hemos ajustado, a los cambios y nuevos procesos que se han generado conforme avanza el tiempo. Los mundos virtuales, entendidos como un espacio  virtual posible gracias a los avances en tecnología, son un resultado de esto. Estos mundos por supuesto difieren y tienen similitudes con el mundo real y a veces, aunque tienen bastantes limitaciones, superan en algunos aspectos y vencen las limitaciones del mundo físico. Así, estos espacios  pueden ser enriquecidos y recorridos colectivamente, son un lugar que propicia el encuentro, la participación y la comunicación entre sus participantes y pueden pensarse como mundos de interacción.  El mundo virtual, en tanto que es una construcción, una espacio diseñado por un arquitecto digital, permite almacenar en él mensajes, información y datos; es un contexto dinámico al que una cantidad relativamente grande  personas tienen acceso,  y es una memoria comunitaria nutrida colectivamente en tiempo real.
En este metamundo es posible contemplar las expresiones estéticas, artísticas de otros tiempos, de mundos antiguos, pero también propiciará, hasta cierto punto, la aparición de nuevas dinámicas, nuevas propuestas estéticas propias de la cibercultura. Esto no significa que las nuevas formas de hacer arte reemplazaran a las tradicionales, sino que se sumaran al patrimonio de la civilización, a la historia humana.
El arte en la cibercultura o Netart:
A diferencia de las obras de arte tradicionales, de las que perteneces al mundo físico, las nuevas obras producto de la cibercultura son obras abiertas. Es decir, mientras el arte en el mundo real es un arte pensado para permanecer en la mayoría de los casos, para perdurar, para ser un archivo de sí mismo, para conservarse tal cual fue concebida, el arte de la cibercultura es un arte pensado para transformarse, para cambiarse, para evolucionar, mutar, crecer, interactuar. Además posee un cierto carácter de universalidad, por la presencia tan extendida de la red e incluso por su aparición en otras obras. Una obra de arte en el mundo de lo real es una obra acabada; en el mundo virtual siempre está dispuesta a ser intervenida, “reutilizada”, “reinventada”; una obra es potencialmente materia prima de otra. Como menciona Pierre Levy en su texto Cibercultura, informe al consejo de Europa: “Cuanto más explota la obra las posibilidades ofrecidas por la interacción, la interconexión y los dispositivos de creación colectiva, más típica es de la cibercultura… y menos se trata de una obra en el sentido clásico del término”. El aquí y el ahora, una reorganización momentánea del mundo virtual, constituyen el sentido del arte virtual. Pierre Levy hace en el mismo texto una reflexión acerca de que a partir de lo nuevo se ha vuelto a lo arcaico, el arte ha regresado a sus sentido de juego y ritual, de una representación efímera, al estilo de las obras de teatro griegas, no hecha para archivarse, sino para el disfrute y gozo del momento.
Daniel Valencia Yepes

La inteligencia del ser humano tiene la gran capacidad de adaptarse al medio en el cual se encuentre y más cuando es el mismo hombre quien introduce cambios en el medio. Nicholas Carr, en su artículo ¿Google nos está haciendo estúpidos? (2008), publicado en la revista estadounidense The Atlantic, hace una reflexión sobre la influencia que tienen las estructuras informacionales y narrativas de internet en el modo de pensar de las personas. “Algo está cambiando. Ya no pienso como antes. Lo siento de manera muy acentuada cuando leo. Sumirme en un libro o un artículo largo solía ser una cosa fácil (…) Sin embargo, eso ya no me ocurre. Resulta que ahora mi concentración se pierde tras leer apenas dos o tres páginas. Me pongo inquieto, pierdo el hilo, comienzo a buscar otra cosa que hacer. En dos palabras, la lectura profunda, que solía ser fácil, se ha vuelto una lucha”, escribe.
En la década del 60, Marshall McLuhan señaló que los medios no son meros canales pasivos por donde fluye información. Se encargan de suministrar los insumos del pensamiento, pero también configuran el proceso de pensamiento.

En este sentido, por ejemplo, la aparición de la escritura supuso un cambio radical en el modo de pensar de las personas, y trajo consigo grandes cambios sociales pues se pasó de una cultura fundamentada en la tradición oral a un a escrita. El registro por medio de la escritura exteriorizó la memoria, y esto fue criticado en su época aunque hoy se nos hace de lo más natural. La estructura mental del hombre ha cambiado gracias a los inventos que hacen exteriores sus capacidades: la escritura liberó la memoria, lo cual puede ser visto como una perdida, pero también como una oportunidad. Tal vez hoy nos parezcan extraños estos fenómenos, incluso creer que significará una pérdida de capacidad mental, pero puede que pronto esto sea de lo más natural, queramos o no.
“Llevo ya más de una década pasando mucho tiempo en línea, haciendo búsquedas y navegando, incluso agregando material a las enormes bases de datos de internet. Como escritor, la red me ha caído del cielo. El trabajo de investigación, que antes me tomaba días inmerso en las secciones de publicaciones periódicas de las bibliotecas, ahora se puede hacer en cuestión de minutos. Un par de búsquedas en Google, un par de clics sobre los enlaces, y ya dispongo del hecho revelador o de la cita exacta que necesitaba”, escribe Carr en su artículo.
Como estudiante puedo decir que la mayoría de consultas de información, conceptos, autores, etc. las hago por internet y no en libros. Esto les está pasando a los usuarios de internet. La misión manifiesta de Google es “organizar toda la información del mundo y hacerla universalmente accesible y útil”. ¿Qué resulta entonces? ¿Miles de resultados pero poca profundidad? Es un tema que amerita reflexión y autores como Nicholas Carr proponen puntos de vista interesantes, pero en nuestras manos ver tanto las amenazas como las oportunidades.

Agustín Patiño Orozco

Bibliografía
-       Carr, Nicholas (2008) ¿Google nos está haciendo estúpidos? En línea. Disponible en: <http://www.elchepito.com/google-nos-esta-volviendo-estupidos-por-nicholas-carr/>

A propósito de El resurgimiento del prosumidor, de Alvin Toffler

Los entornos digitales y ciberespaciales plantean nuevas perspectivas para los flujos sociales en todos los niveles. Un ejemplo de ello es la dinámica económica que se apoya en la figura de consumidor, y su contraparte, el productor. Alvin Toffler, en el capítulo El resurgimiento del prosumidor de su libro La tercera ola (1981) describe un cambio en la manera de concebir los flujos de producción y consumo en diversos ámbitos de la sociedad. Hoy pensamos en un productor y un consumidor separados: si alguien necesita un bien o un servicio debe recurrir a alguien que se lo provea, es decir, alguien que produzca ese bien o servicio de manera especializada, un productor.

Esto puede ser resultado de una estructura social altamente tecnificada y centralizada, donde unos productores ubicados en el centro del modelo cuentan con el saber y los insumos para producir (técnicas) mientras que los consumidores situados en la periferia son los receptores de un modelo de una sola vía.
No obstante, Toffler señala que esto está cambiando: “Gigantescos cambios históricos quedan a veces simbolizados por minúsculas alteraciones en el comportamiento cotidiano”. Por ejemplo en los años setenta apareció un nuevo producto que permite practicar en casa la prueba del embarazo, de modo que en pocos años millones de mujeres empezaron a realizar por sí mismas una tarea que antes necesitaba de médicos y laboratorios.
Esto es en verdad una pequeña manifestación de un gigantesco cambio que podría estar más cerca que lejos. En internet, la estructura social que empieza a dibujarse es más bien fragmentada que centralizada, de forma que no se puede depender de un centro o proveedor, al menos no es todos los casos. La autonomía técnica es pues una necesidad para la red descentralizada: saberes e insumos en manos de los usuarios que se tornan en productores y consumidores a la vez. Este es para Toffler el Resurgimiento del prosumidor.

Los cambios que ha sufrido la dinámica económica, según este autor, pueden describirse mediante tres tendencias u “olas”. Durante la primera ola, la mayoría de las personas consumían lo que ellas mismas producían. Aquí, la producción es para el uso. No hay productores ni  consumidores, sólo prosumidores. Fue la revolución industrial, con la especialización ténica del trabajo, la que dio origen a la segunda ola, en la cual aparecen productores y consumidores, y la producción para el intercambio.
Sin embargo no hay que considerar producción para el uso y producción para el intercambio como excluyentes en el modelo social, pero hay una que predomina. En la segunda ola presenciamos un fuerte predominio de la producción para el intercambio, pero fenómenos como los de la prueba casera de embarazo y, aún más, los fenómenos ciberespaciales, empiezan a evidenciar la aparición de una tercera ola que retorna a la figura del prosumidor, del predominio de la producción para el uso y el “hágalo usted mismo”.

Agustín Patiño Orozco

Bibliografía
-       Toffler, Alvin (1981) La tercera ola. Bogotá: Plaza & Janes. S.A.